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Ancla 1

La Vieja Guardia

-No fue ella la que quiso subir -Dice la primer voz- yo le dije que subiera. 

-Eres un imbécil -Le responde Beto con toda la rabia desbordándose por los ojos a pesar de intentar controlarlo- te condenas con tu propia boca.  

-Déjate de tonterías Beto, hermano, yo le dije que la hiciera subir, sólo escúchame… 

-¡NO! -Ruje con tanta fuerza que el eco lo arrastra por varios segundo- Escúchame tú, regresa y no vuelvas, me alegra verte hermano, en verdad me da mucho gusto, no sabes cuánto, pero hubiera preferido que fuera en otras circunstancias, ve y dile que no me joda, entregué mis armas al salir, yo no… 

-Tus armas, pero no tu talento -interrumpe- eso no lo puedes trasferir, naciste para esto, te criaste para esto, tú me descubriste ¿Ya lo olvidaste? ¿tú hiciste renacer al clan? Buscaste a uno por uno, a cada descendiente, por tu mano es que… 

-Detente -voltea el rostro mostrando la palma de la mano derecha- no lo digas. 

-Aunque no lo diga, así es, lo sabes. 

Un nuevo silencio se apodera de la cima, Beto respira lenta y profundamente intentando contener su cólera, el otro sujeto lo observa con calma. 

-Dime a qué diablos has venido y lárgate de una vez. Espeta sin voltear. 

-Por ti. 

-Has fallado, no puedes llevarme, no contra mi voluntad. 

-No, lo sé, pero si no vienes, ella, estará en peligro. 

Los ojos se Alberto se abren, sus globos oculares casi se salen de sus cuencas, no puede creer lo que escucha, acaba de amenazar a Mónica frente a él, ¿Quién diablos se cree? Piensa. 

-Me importa medio pepino tus órdenes, les dejé muy claro que no me volvieran a molestaran. 

-Ya basta Beto -una nueva voz aparece, un sujeto vestido con pantalones de mezclilla, una camisa blanca y zapatos negros sale de unos arbustos, en su mano derecha trae una esfera con la que juega. 

-¿Qué diablos haces tú aquí? -con rostro de sorpresa pregunta- ¿Qué no se supone que estás casado al otro lado del país? 

-Imagina lo apremiante que es esto que he tenido que venir por ti personalmente -Beto lo ve con furia, con rabia, no entiende porque lo tienen que molestar, porqué ahora, porqué con ella- vamos hermano, debes venir. 

-Hermano -bufa- ¿no pudiste buscar otra opción? Estoy con ella y ella no sabe nada, no tiene por qué enterarse, me vine acá para olvidarme de todo y me sales ahora con que vienen a buscarme, a buscarme frente a ella. 

Mónica escucha atenta la discusión, ahora sólo son dos voces, al primer sujeto que apareció no lo ha vuelto a oír, no entiende nada, Beto cuenta poco de su pasado, siempre basa sus historias en los mismos momentos, pero ahora hay algo más, esto debe ser lo que no le gusta contar piensa una y otra vez. 

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