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Ancla 1

Cuatro Minutos

Ay, moverme me duele, tengo que levantarme sin que Ana se dé cuenta, las siete y treinta segundos, respira... tranquilo... puedes con esto, eres listo, tranquilo, levántate despacio, son diez pasos de la cama al baño, puta, no es cierto, diez veces son las que miré a Caro, me dijeron que con ella no, es muy fácil, pero claro, ahí tenías que ir de imbécil a seguirle la cola hasta los baños del cine. 

¿Alguna vez han sentido esa sensación en la que parece que el tiempo se alarga como si no existiera el minuto siguiente? Como cuando quieres ir al baño en medio del tráfico, pero, aún hacen falta veinte cuadras para llegar a tu destino, eso y dos semáforos, que obvio, para tu mala suerte, seguro los toparás en rojo, sabes que esa distancia te toma apenas dos minutos recorrer en un día normal, pero en ese momento, en ese preciso instante de tu vida, esos dos minutos, parecen ser dos horas, tu cuerpo suda, tiembla y hasta convulsiona  poderosos espasmos penetran tu tranquilidad, se incrustan como balas en el cuerpo, recorren cada centímetro de tu humanidad, no puedes pasar un tope porque sientes que tu necesidad apremiante te vencerá, que te harás ahí, en tu carro, en medio del camino, en medio de todos, te vencerá.

Eso es algo parecido a lo que siento en estos momentos, pero, sólo es parecido, porque esto, es mucho peor. 

Acabo de despertar, el reloj de gato negro frente a mi cama me dice que son las siete de la mañana, el segundero y el minutero se han unido en la cima del reloj avisándome la exactitud de la hora, mi día acaba de empezar, pero yo siento que la vida, se me ha acabado. 

Tengo miedo de voltear a mi derecha, sé que hay alguien aquí en mi cama, siento su respiración continua y relajada, eso no es novedad, tres de cada cuatro sábados amanece junto a mí alguna chica nueva, pero esta es la primera vez que siento esto. 

Me duele... no, no me duele, me arde, y lo peor es que no sé que es, creo saberlo, pero no quiero saberlo. Es Ana, esto en lugar de aliviarme me asusta, no había analizado este problema tan profundo, no soy el único aquí, pero no tiene sentido, cuando estuve con Erika usé condón, las cuatro veces me lo puse, lo recuerdo bien, salimos del bar y directo me fui a la farmacia para comprar unos nuevos, llegamos a su cuarto y en lo que ella se desvestía yo abrí una bolsita con los dient.. no, no, no, no es cierto, no puede ser verdad, la abrí con los dientes, idiota rompiste la bolsa por las prisas y ni cuenta te diste, pinche vieja cochina me enfermó de algo. 

Sino me hubiera ido con ella no estuviera en esta situación tan precaria. Estúpido, estúpido, estúpido, mira lo que hiciste por diez minutos de incómodo faje, esos baños estaban muy chiquitos, no, tal vez no fue ni ella, fue el lugar, los lugares públicos son un foco de infección. 

Se me van a salir los ojos, se me va a cortar en dos, duele demasiado, las siete y un minuto, ¿por qué se dilata el tiempo? No puedo llegar al baño, me duele llegar... Cinthia... maldita vieja, se siente la última coca del desierto y es la peor en la cama, sin mencionar que es el peor oral que e recibido en mi vida, sus dientes chuecos hacen que no puedo chupar bien, sin nalgas, apenas dos pequeñas paredes cuadradas y para rematar caídas, la primera vez que la vi sin sostén tuve que resistir la ganas de reír, tengo más pechos yo, dijeran que soy gordo para hacer esa aseveración, pero no, mido uno setenta y cinco y peso sesenta kilos, saquen cuentas, soy delgado. 

Aunque pudo ser la chava de ayer en la oficina ¿cómo se llamaba? ¿Karla? No, ni de pedo, Sarahí, tampoco, ¿era Lucía? Creo que sí…Luisa, ese era, Luisa, la repartidora de Fedex, estaba buenísima, no pude resistirme, pero ahora que lo pienso, ¿con cuántos no hace eso? Con cada paquete que entrega también entrega su paquete, entrega todo el kit, ya decía yo que saber moverse así exigía horas de práctica. 

Bien, voy bien, ya llegué a la puerta, unos pocos pasitos más y llego al baño, necesito ver que tan mal está, siete horas, dos minutos y cuarenta y seis segundos, caminar es un martirio, cada paso siento que se me va a caer, me duele, cuando comencé a caminar también me invadió una comezón horrible, sino puedo llegar a veinte pasos de mi cama no podré ir al doctor ¿Cómo decir a Ana que me lleve? Se va a dar cuenta. 

Va a saber que pasa, como cuando conocí a Bere, su prima, en los quince años de su otra prima, terminó brincado arriba de mí en el jardín de la fiesta, un momento, es ahí, claro, ¿cómo no lo había pensado? Ese día no usamos condón, eso debe ser, aunque no tiene mucho sentido, pasó hace más de seis años, pero claro que tiene lógica, los hongos tuvieron años para prepararse, me he sentido un poco débil estos días, me agarraron con las defensas bajas y me vinieron a chingar, putos hongos. 

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