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Ancla 2

Entrada

Por los pasillos siempre concurridos durante las veinticuatro horas del día, los trecientos sesenta y cinco días del año, por la puerta de entrada de los trabajadores de aquel lujoso hotel cinco estrellas a la orilla del mar,  se aglomeran cada mañana, trabajadores preparándose para comenzar su  turno chocan con aquellos que terminan sus labores, los camiones de proveedores hacen filas para poder entregar sus productos  y continuar con sus rutas, hombres y mujeres deseosos hacen fila tras la puerta de RRHH en busca de una oportunidad. 


Con toda la cordialidad y paciencia que un exhaustivo día de trabajo puede dar a cada aspirante los entrevistadores saludan y dan la bienvenida a cada uno.

 

Las horas pasan y una hoja es llenada tras otra, la tinta es arrastrada en cientos de hojas formando líneas a las que les damos un significado, siempre se plasma la misma información, siempre lo mismo, nombre, edad, lugar donde nació, padres, estudios, residencia… pero, de diferente persona. 

Un examen tras otro es aplicado, nuevos colaboradores llegan cada hora, por cada uno que llega uno se va, en un ciclo sin fin para mantener el servicio Platinum-Premium presidencial de cinco estrellas All Star exclusivo que se ofrece en los comerciales. 


Una dama de azul, lee y relee cada palabra de la solicitud, de las pruebas antes de escribir, teme equivocarse, si se equivoca, piensa ella, no le darán el trabajo, un error llevará al caño las horas que tiene sobre esa incomoda y dura banca, se escucha la puerta principal abrirse, el chirrido por la falta de aceite avisa cada vez que alguien la abre o la cierra, un colaborador más entra por la puerta, con cara fastidiada y cuerpo cansado, ayer, lo hicieron que doblara turno. 

Uno a uno los peones que dan vida a las grises paredes de cemento y arena se preparan a cumplir su labor… un hombre de cuarenta años llega, ya medio calvo, con más de veinte años en su puesto, se acerca como cada mañana, sonriente, saludando, emocionado por un día más de labores, la guardia le pide como cada mañana que deje su maleta en la barra para inspección, el hombre le dice que sólo trae un arma, no es para tanto, ella sonríe y contesta: -mientras no piense matar a nadie o traiga consigo una bomba no hay problema. 


Una carcajada llena el largo pasillo repleto de tuberías de ventilación, cables y desechos que pasan sobre los trabajadores, -no, es verdad- continua el hombre, la guardia aún con lágrimas en los ojos por la risa se queda estupefacta cuando el calvo hombre saca de su mochila un conocido AK-47 conocido como "cuerno de chivo", su rostro dulce se plasma cual escultura en mármol,  la  guardia,  antes  de  poder gritar recibe tiros desde el vientre hasta la frente.

El pasillo es poseído por los gritos de miedo y desesperación armonizan el silencio del día, la sinfonía del pánico con matices de pólvora, hombres y mujeres caen muertos sin saber porqué, los aspirantes, la primera vez que tocan aquel piso gris, que respiran aquel oxigeno junto a sus posibles compañeros caen muertos, mueren, uno a uno, mueren. 


El periódico, a la mañana siguiente cuenta la fatídica noticia, un hombre abre fuego por la entrada de trabajadores de un hotel lujoso, ochenta muertos y cien heridos dejan las balas, setenta y nueve victimas de una mente trastornada y una vida más que decide irse junto a ellos, un hombre cuya vida cambió cuando su mujer de veinte años lo abandonó, no pudo con su tristeza y se despidió del mundo de la manera más violenta que su mente le dio… 

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