



Apnea Capitulo V
Al entrar a la universidad me mudé de ciudad, dejando todo atrás, todo menos los recuerdos.
Recuerdo con tantos detalles esa tarde, Carlita, mi mejor amiga en la universidad cuando entré, otro detalle más en común, nos es difícil tener amigos del mismo sexo, pero aún más del sexo opuesto, terminan confundiendo sus sentimientos.
En una de nuestras charlas me hace una pregunta que tendría eco meses después.
-A mí, no se me hace bonita. Dije de una compañera que querían lanzar para candidata a reina.
-Es que tú solo ves bonita a tu novia. Me dice otra compañera que comienza a reír.
-No, de hecho, no, soy demasiado realista. Si pensara que es bonita lo digo, no tiene nada que ver que ame a mi novia con que sea ciego.
-A ver ¿Cómo te gustan las mujeres?
-No tengo un estándar, varían mucho mis relaciones.
-Bueno pues, Descríbenos a tu mujer perfecta.
Eso si me hizo pensar, nunca había concebido la idea de una mujer ideal, varias ideas pasaron por mi cabeza. Intentaba construir a mi “mujer perfecta” con base en mis experiencias, pero la idea no se concretaba, nada podía cubrir lo que quería.
-No sé. Fue todo lo que pude pensar.
-Vas a decir que tu novia. Me repitieron. Solté una carcajada.
-Si supieras que ella no concuerda con nada, de hecho, puedo decir que es hasta lo contrario de mi normalidad.
-Bueno, ya tienes la idea, dices que es lo contrario, dinos que te gusta.
-Pa’ empezar, que sean bajitas, me gustan mucho las mujeres chaparritas, que sean aniñadas, sé bien que eso causa problemas, pero me gustan mucho así, no blancas, pero tampoco negras, un moreno claro, apiñonadas. Me encantan los cachetes, la verdad, pero no que parezcan que tienen unas conchas en la cara. Me fijo demasiado en los ojos así que debe tener ojos bonitos y labios pequeños, ah, con cabello largo.
-Esto sí, pero sin esto, esto no, pero si esto -Me dicen burlándose- que complicado eres. La chava bajaba la mirada, sin querer describí lo contrario a ella a excepción de las mejillas.
- ¿Qué quieres que haga? Soy complicado lo sé, pero valgo la pena.
-Aparte de todo, odioso.
Cada vacación iba de regreso a mi ciudad, esa semana santa no fue la excepción, pero fue un suceso extraño, al tercer-cuarto día tuve un sueño inquietante.
***
En la cima del cerro de la memoria, en la pérgola, como en antaño, se realizaba un baile. Era un baile elegante, al estilo medieval, con damas, vestidos pomposos, arreglados de sobre manera. Hombres ataviados en trajes de ceda y pelucas.
La música de cuerdas e instrumentos de cuero hacían que el cerro vibrase con los asistentes. En eso, recargado en los barandales admirando la hermosura de la ciudad, mi lugar favorito en toda la ciudad, la vi. Miré como bailaba con un vestido dorado, maquillaje discreto, peluca.
La verdad es que no me importó que bailara con alguien, llegué en una vuelta y tomé su mano. Primero me vio nerviosa hasta que soltó la otra mano, me sujetó la cintura y bailamos, la velocidad de los chelos hacía que giráramos mientras los tambores decían la distancia de las zancadas.
Nunca hablamos, nunca cruzamos una sola silaba, ella me veía a los ojos, pero yo admiraba su belleza, me sonrió y en eso una mano toca mi hombro.
- ¿Me permite esta pieza? Pregunta indicando con su mirada su intención de separarme de tan sublime creación. No sé qué sucedió, sólo asentí con la mirada y me fui, le gente bailaba a mi alrededor. Nunca volteé.
***