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Ancla 1

Apnea Capitulo IV

En varios momentos sentí como si ella me lo pidiera, pero no comprendía nada. Lo que sucedía no encajaba con lo que sabía, ella tenía miedo a eso y mínimo en ese momento sentía que me lo pedía.

 

Entré al baño para pensar. Tenía poco más de un año sin tener relaciones, si comenzaba sabía que ya no me iba a detener y si ella se arrepentía difícilmente me iba a controlar, sabía que me iba a enojar.

 

Salí del baño con la decisión de que haría lo que ella me pidiera. Nada fue necesario, cambió su actitud y de cierta forma comenzó a correrme de su casa.

 

            Desde ese día el mercado financiero se fue a la baja. Entré en una fuerte recesión de la cual ya no hubo recuperación. Me dejó de mandar mensajes, los que yo le mandaba tardaba horas e incluso nunca los contestaba. Yo como cualquier inversionista intentaba hacer malabares para que el balance estuviera a favor.

            Un jueves,  si es que no me equivoco, a eso de las once o doce de la mañana nos encontrábamos varios amigos, ella y yo charlando en una banca frente a la cafetería. Una de mis mejores amigas y ella cambiaron sus tenis, para ambas era extraño encontrar a alguien que calzara igual que ella.

Entre mucho juego y abrazos, después de algunas horas nos quedamos solos. Intenté hablar con ella otra vez, pero fue inútil. El juego de escondernos y que me tuviera cuando quería ya me había cansado, por primera vez era yo quien quería algo real y ella no me lo permitía.

           

- ¿Qué va a pasar? Volví a preguntar.

           

-Nada, ya te dije que aún es muy pronto. Volteó su rostro. Cada vez que la confrontaba ella hacía eso, dejaba de verme.

           

Ya estaba harto de eso, no sé porque, pero me adentré en mi cabeza y de un momento a otro estaba tenso, enojado, mis manos vibraban, necesitaba desahogarme de alguna manera, pero no podía, ella estaba cerca de mí. No me permitía irme, pero tampoco estar cerca.

- ¿Estás bien? Me preguntó cuándo al fin alcé la cabeza.

           

-Sí, no te preocupes, sólo necesitaba controlarme.

                       

Todo iba tan rápido a pique que tardé en reaccionar. No capté los movimientos hasta que comenzó a hablar de un chico que conoció, mientras yo me enfocaba en ella, ella comenzó a alejarse de mí.

 

No sé si era esperanza o terquedad, pero entre más se alejaba yo más la buscaba, mis amigos comenzaron a decirme que me dejara de cosas, que la dejara ya.

 

- ¿Qué esperabas de la manera en que la conociste? Esas palabras me hicieron sudar frío. Amilkar sabía todo y no le iba a ocultar detalles, fue mi mejor amigo, casi un hermano para mí.

 

A pesar de ello, todo por muchos días seguí intentando convencerla. Seguí intentado recuperar lo que nunca fue mío.

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© Copyright 2023 by Alberto Núñez.

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