


Apnea Capitulo III

Se burló de mí hasta que se cansó cuando le dije que no podría ir, mi trabajo me pidió que entrara temprano ese día.
-Ya sabía que no ibas venir -Me dijo en un mensaje- sabía que no te ibas a animar. Estuve tentado en pedir permiso una hora para ir a verla y callarla hasta que el teléfono sonó y tuve un pedido que llevar… pero que grata sorpresa.
El pedido iba justamente frente a la preparatoria. Manejé a toda prisa, entregué el pedido y entré a la escuela con dirección al laboratorio. La primera en verme fue una amiga de ella, le hice señas que no dijera nada y cuestioné su ubicación, estaba al fondo del largo edificio sentada en el suelo limpiando frascos.
- ¿Qué no me animaba a qué? Le dije parado detrás de ella.
Al escuchar mi voz se puso tensa, se levantó sin voltear a verme y me abrazó escondiendo su rostro entre mis brazos y los suyos.
-A ver pues ¿Qué decías? -Sólo movía su cabeza negando, no respondía- anda -le repetía- voltéame a ver a ver si sí es cierto que no me animo.
-No, no, no es cierto estaba jugando. Me decía con una dulce voz.
A Empujones más que otra cosa me sacó del laboratorio, sin embargo, no despegaba su rostro de mi pecho. Una vez estando en la entrada de la prepa intentaba correrme, está muy cohibida.
Al despedirnos nos besamos, no importaba que estuviéramos en la prepa, era sábado no había nadie de quien debiéramos ocultarnos… eso creímos, a menos de dos segundos después de que nuestros labios dejaron de tocarse, un primo de él llegó a saludarnos. No, no aprendimos la lección, nos volvimos a besar y también, nada más nos separamos llegó una amiga que él y yo teníamos en común, era terreno minado, pero no importaba.
Fue un día incómodo y extraño. No sé porque o como, pero él fue a un convivio con mis amigos, ella se fue a una cena con los suyos.
Toda la semana me contó de su disfraz de vampiresa y obviamente yo tenía que verla. Me envió una foto, pero no era suficiente. Para complicar todo, mi moto se ponchó a las nueve de la noche, imposible conseguir donde arreglarla. Un amigo me prestó su carro y recorrí de punta a punta de la ciudad en busca de la mujer que me llamaba sin usar palabras.
La vi, no esperaba menos, toda de negro y lentes de contacto grises, era aún más bella de lo que podía creer. Cada vez que la veía, no sé cómo, pero se me hacía aún más hermosa, más sublime. Siendo roquero de corazón, con más tendencias hacía lo gótico, no puedo describir como la veía, era superior a lo que podría creer.
