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Ancla 1

Apnea Capitulo III

-Yo nunca me he bañado en la lluvia. Me dijo. Para mí era algo super extraño ¿cómo puede ser que alguien nunca se había metido a bañar bajo los regalos de Tláloc?

           

En varias ocasiones hice como que la iba a meter a fuerza, pero siempre huía entrando al laboratorio para evitarlo. No sé en qué momento, con su estilo único, estiró los brazos y me dijo:

           

-Méteme. No lo dudé, la cargué hasta quedar en medio de un largo pasillo donde el agua caía a chorros. Nos quedamos abrazados por un largo rato. Se cubría conmigo, pero al mismo tiempo se mojaba entre mis brazos. Debe de haberse equivocado o el momento la venció pues me dio un pequeño beso en los labios.

           

Yo quedé fascinado el resto de la mañana. Poco después suspendieron las clases y todos se retiraron, la lluvia hizo que sus papás quedaran varados en un pueblo a media hora y me quedé a esperarlos con ella. Cuando la quise llevar mi moto falló, el flotador de la gasolina quedó pegado por lo que nos quedamos en la escuela a esperar a sus padres.

Con nadie en la prepa podíamos ser más descarados y jugar un poco más fuerte. Nuestra sorpresa mayor se suscitó cuando ya nos creíamos los últimos en las instalaciones.

           

Estábamos sentados bajo el resguardo del techo entre los baños y unas bodegas. Oímos voces y volteamos. Eran cinco chavos y una chava que salían del ultimo salón de clases. La chava llevaba una playera de hombre puesta. Una playera de las que usamos bajo las camisas. Todos nos quedamos viendo, aunque ella y yo estábamos estupefactos.

            Los chavos se fueron y desaparecieron. Nosotros nos quedamos por una hora más hasta que llegaron sus papás. Yo me quería ir lo más pronto posible, necesitaba llegar al taller, pero ella hizo que me fuera con ella a su casa. Debo admitir que ni tarde ni perezoso me fui, llevaba el pendiente de mi moto.

 

            Hasta la fecha en que escribo ha sido la única que ha logrado hacerme comer vegetales y un poco peor caldo de vegetales. Me sirve y espero - ¿No te vas a servir? - le pregunto cuando veo que se sienta sin tener nada más sobre la mesa -No, come tú, yo no quiero comer- algo un poco más grave. Esa tarde me hizo comer en casa ajena, alimentos que no eran de mi consumo normal y para rematar, comer solo. No sé qué tiene esta mujer que puede hacerme hacer cosas fuera de mi normalidad.

No duré mucho tiempo con ella, fueron una o dos horas antes de partir, nos besamos un par de veces a escondidas de sus papás. Caminé por una hora entre la lluvia cargando con mi moto para poder llevarla a arreglar.

           

            A los días comenzó lo que llamábamos la semana de la ciencia. Todos los grupos debíamos prepararle algo a niños de primaría y secundaría. Mi grupo hizo un intento de obra de teatro que fue un verdadero fracaso, pero ella fue a vernos.

 

            Por su parte, ella estuvo toda la semana en el laboratorio entendiendo niños. Un amigo dijo:

 

            -Me voy a hacer rico, a los que midan más de metro y medio le cobraré un peso la entrada, a los demás los dejaré pasar.

           

            Sin ponernos de acuerdo nos volteamos a ver y ambos le dijimos a ella:

 

            -Tú entras gratis. Debo de admitir que su estatura es uno de los rasgos que más me atraen de ella.

           

            No sé cómo, pero terminé apoyándolos en la limpieza del laboratorio y otras cosas que ella me pedía. Su amigo escuchó poco más tarde mi regla de oro de no mentir, aunque no me convenga e hizo la pregunta que ya todos conocían.

           

            - ¿Te gusta? Estuve a nada de responder cuando otro amigo entra con un chiste, aprovechando la oportunidad, tomo su chiste y hago que todos jueguen conmigo.

           

            Los demás se retiraron a sus casas, me quedé con ella esperando a sus padres y ella me volvió a cuestionar lo mismo.

 

            -Tú sabes que sí y mucho.

 

- ¿Y por qué no contestaste?

 

-Pues por lo mismo que hemos venido manejando.

 

- ¿Si no hubiera llegado él qué hubieras hecho?

 

-Contestar, algo se me iba a ocurrir.

 

-Pero ¿qué le hubieras dicho? Tú ya le ibas a responder.

 

-Lo que se ve no se juzga, eso iba a decir.

 

Se comenzó a reír, no sé porque, pero yo me moría por besarla, no podía hacerlo, era terreno hostil.

 

Ese sábado me pidió que fuera a ayudarla en la limpieza del laboratorio. Entre juegos me retó, decía que no me atrevía a besarla en la escuela, yo le decía que no jugara con fuego. Después de algunos días de eso le dije que el sábado frente a todo su salón la besaría mientras limpiábamos.

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© Copyright 2023 by Alberto Núñez.

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