


Apnea Capitulo II

La semana siguiente fue muy confusa, debo añadir que hasta difícil. Yo actuaba de la manera más normal posible, pero no podía hacer mucho por mí, ya era evidente lo que sentía por ella.
Recuerdo como me dolió verla correr hacía él. Yo no debía ni podía hacer nada, pero el martes siguiente al verlo de lejos caminar hacia nosotros ella se levantó y corrió a sus brazos. Me empecé a reír, el cinismo es mi mayor arma, le entregó su libreta y luego lo besó.
Erika tuvo que darse cuenta de mi reacción, creo que no me pude controlar tan bien como hubiese querido. Estuvimos unos diez minutos más, después ella me dijo que nos fuéramos, me tomó de la mano y me jaló.
- ¿Estás bien? Me preguntó.
Estaba un poco incrédulo, hasta ese momento capté que no habíamos sido muy discretos. Era evidente lo que pasaba entre nosotros y si ella que era la que menos tiempo nos veía se dio cuenta, los demás también.
Ahí la amistad entre nosotros se afianzó, habíamos sido compañeros, pero ahora éramos amigos. Me desahogué y conté lo que había pasado el viernes anterior. Ya nada se podía ocultar, entre ellay yo sucedía algo y para todos era evidente.
Intenté hablar con ella después, pero fue algo inútil, me dijo que no podía pasar nada entre nosotros. Lo entendí.
Los días pasaban y poco a poco todo se borró y volvimos a ser amigos, ella me contaba lo que pasaba entre ellos. Un día me atreví a contarle mi historia con “mi niña”, a ella no le causó nada de gracia que hablara de otra mujer. Encontré mi ángulo. Una vez más debo decir que me sorprendió lo similar que somos… o éramos.
Ella quería tenerme cerca cuando quisiera, pero al mismo tiempo quería tenerlo a él. En un principio yo estuve de acuerdo en cierta forma, pero su actitud cambió cuando dije que conseguiría a alguien más para poder disfrazar lo que pasaba. No le agradó para nada la posibilidad de que yo estuviera con alguien más además de ella.
El viernes de esa semana me dijo que había quedado con él para hablar ese fin, que ya estaba decidida a terminar con él. No le creí. Mi sorpresa calló el domingo, a las diez de la mañana me manda un mensaje.
“hoy no estoy muy bien, terminé anoche con él”.
Me preocupó el “no estoy muy bien”. Me hubiera encantado salir corriendo en ese momento, pero estaba trabajando, no podía hacerlo. A la media hora suena el teléfono, fue un pedido al área de urgencias del hospital nuevo. Era el único por lo que yo lo llevé, desde la rampa de acceso a tres pisos de altura miraba su casa. Quería ir a verla.
Normalmente tarda más de media hora en salir a recoger los pedidos en ese lugar, así que me senté a esperar. En menos de dos minutos salió un enfermero, me pagó y se fue. Miré la hora, apenas tenía cinco minutos ahí, nunca había sido tan rápido, no dudé.