



La Caída del Gigante
Toda la noche las hadas permanecen despiertas, cuchicheando lo que pasa, por más de tres semanas el señor de la Satania a salido a hacer el amor sobre un caballo a la vista de todos, ahora no es sólo él, sus caballeros hacen los mismo, Francisco hace su parte y todos lo guardias que vigilan su fortaleza se baten de placer con mujeres hermosas, a lo largo del siguiente día, la bella hada intenta una y otra vez saber el porqué de todo aquello, pero el sol se pone sin tener respuestas.
La noche era hermosa, luna llena, una brisa fresca los abrazaba, suaves corrientes de aire los besaban, algunas pocas nubes decoran el cielo, la hora pactada sin palabras llega pero el Linkain no aparece, dentro de las murallas todos se sorprenden, ahora no a salido se dicen unos a otros, pasa una hora y nada, los hombres se desconciertan, desde la torre Francisco observa con desconfianza, justo cuando comenzaba a vestirse aparece el corcel con los dos amantes, el mismo trote, la misma postura, dentro de los muros de roca, apenas y vieron salir al corcel y todos comenzaron con lo suyo, una noche más de placer se integraba a la gran lista de días de orgía.
Las hadas, miraban la escena, la pequeña hada que buscó al Linkain estaba obsesionada, pensaba que ese algo que no vieron aparecería tarde o temprano sin saber de dónde o cómo.
Un estruendo hace que los hombres que se encontraban reunidos a los pies de Francisco se asusten, el cuerpo de un hombre desnudo cae aplastando a una pareja matándolos al instante, un cuerpo sin cabeza, al caer, explota, bañando en sangre a todos los que estaban a menos de dos metros de su caída, unos segundos de sorpresa y miedo son por los que pasan aquellos hombres que se paralizan ante la sorpresa, alzan sus cabezas hasta el balcón y ven, al Linkain de pie, sosteniendo la cabeza de Francisco con su mano derecha mientras que en la otra sostiene su espada aún chorreante de la sangre que brotó al cercenar la cabeza del enemigo, antes de que cualquier guerrero de la ARMYS pudiera reaccionar, decenas de hombres armados aparecieron rodeándolos, nadie se pudo defender.
Con la luz de la luna aun bañándolos, la cabeza cercenada de Francisco es arrojada del balcón donde hacía el amor, cae al suelo explotando al igual que el cuerpo, el cráneo rueda unos metros antes de detenerse frente a sus hombres.
Todas las hadas estaban estupefactas, no podían comprender qué diablos era lo que había pasado, cómo fue que Francisco había sido derrotado con tanta facilidad.
La pequeña hada vuela hasta el balcón entre gritos y preguntas, el Linkain las mira llegar todas absortas ante la emoción, la pequeña hada se adelanta y pregunta:
-¿Qué fue lo que sucedió?
-Nada fuera de lo normal -responde el Linkain sin expresión aparente- fue derrotado.
-Pero ¿cómo? ¿qué hicieron? -Preguntaban todas la hadas en desorden.
-Francisco se confió -Dijo al fin el Linkay- estaba tan obsesionado con parecer fuerte que bajó la guardia, veintiún días toma crear un hábito, a eso lo acostumbré, sabían que yo salía cada noche de la tienda a burlarme de ellos, para aparentar que no les importaba comenzaron a imitarme, su error fue bajar la guardia, en estos últimos días, ya estaban tan acostumbrados a la misma escena que ya ni la observaban, estaban tan cansados que su único momento de placer era este, así que esperan con ansias mi salida, la toman como el "banderazo" de salida, no se fijaron quien cabalgaba, sólo vieron el caballo y comenzaron, los venció un hábito que yo les cultivé, sabía que había una manera de entrar, pero no sabía donde, hasta que descubrimos como metían la comida, lo derrotó la costumbre y el ego.