


Mi Muerte
¿Quieres hablar de muerte? Me parece bien…
Te contaré la historia de mi muerte, de como tardé meses en prepararme para dejar de vivir, para morir y hacerte feliz.
Me planté frente a ti con una sonrisa, mi sonrisa clásica, seductora y un poco tierna, tal vez, diría yo, hasta torpe, pero llegué sin que me vieras.
Con cada día, mis días se ensombrecían un tono más oscuro, con cada segundo del reloj la sombra se apoderaba de mí, yo que no se de matices, lo pude apreciar, todo esto para tomar fuerzas y hacer lo que nadie debería, morir… morir para ti.
Esperé, cada día esperé a que el momento preciso llegara, poco a poco llené mi cabeza de trampas sin que lo vieras, hasta que… PUM, simplemente así.
Mostré lo que no podía ocultar, escuchaba tus palabras pero sabía que no significaban lo que querías decir, solo era una forma de decirme, quiero más.
Nuevos meses lejos de ti, tenía que aparentar que todo iba bien.
Mi muerte en tan sólo dos pasos se llevará…
Cultivé tu odio y te hice estallar, sabía que no entenderías, que no podrías comprender, que el dolor te superaría, sabía bien cómo hacer que te segaras, te fuiste justo en el momento indicado, las lágrimas me invadieron, no pude más, con cada palabra sentía como la tierra, iba cubriendo mi cuerpo, el peso de la verdad me consumía, no sabía desde donde me devoraba, pero era superior a mí, un grito sordo se colocó e hizo de mi garganta su nuevo hogar, un grito que nadie pudo oír, que nadie debía oír…
Ahora, debo borrar el recuerdo de mi presencia, te confundí, hice lo que prometí nunca hacer, te tenía que hacer llorar, por cada lágrima que derramaste por mí, yo derramé seis, me dejaste parado, temblando, preguntándome si había hecho bien, si era lo correcto, muy en mi interior escuchaba que no, pero no lo quise escuchar, dentro de mi aún se albergaba la esperanza de que si, que eso era lo correcto, no lo mejor, pero si lo correcto, yo, debía morir, yo, debía dejar de existir para que pudieras florecer y brillar, con esa aura que solo tú puedes dar, con esa luz que avergüenza a la luna y las estrellas, esa luz que siempre ha sido mi guía.
Por eso digo, que yo debía morir, morir, no sé si para siempre, pero hoy con mi muerte te he hecho feliz, aunque mi corazón llore yo soy feliz y seguiré así, hasta que tu necesites volver a ser feliz.